SU HISTORIA
   
Toma de conciencia
 
Laura adquiere conciencia de la situación de su madre

Un episodio, ocurrido ese año, marcará la vida de Laura.
Merece ser relevado, dando para ello la palabra a su jefa de curso, la hermana Azócar:
“Recuerdo que la primera vez que expliqué el Sacramento del matrimonio, Laura se desmayó, sin duda porque de mis palabras dedujo que su mamá estaba en pecado mortal durante todo el tiempo que permanecía en la casa de aquel señor.
En ese tiempo en Junín había una sola familia que vivía como Dios manda.
Lo referí a la Directora, y ella me dijo que volviera a tratar ese tema, para ver si verdaderamente Laura sufría por eso y se daba cuenta; y cuando así lo hice, ella palideció de nuevo y debí correr en su ayuda”.

Desde entonces, Laura comenzó a multiplicar sus oraciones y penitencias, para obtener la vuelta de su madre a Dios, y su separación del hombre con el que convivía.
Entre más profundizaba en el conocimiento de Dios, experimentaba un más hondo sufrimiento de saber a su madre alejada de El.
En el proceso de Viedma, Julia Amanda recuerda: “Me invitaba a rezar, sobre todo por la mamá; entonces, yo ignoraba los motivos, pero después, supe que lo hacía para obtener que ella volviera al recto camino”.
Francisca Mendoza, por su parte, afirma: “Sabiendo que su madre no iba por buen camino, se afligió mucho, y pedía oraciones, y ofrecía sacrificios para obtener su conversión”.
El año 1900 concluyó, y las alumnas se dispersaron, cada una a su casa. Doña Mercedes llevó a Laura y Julia Amanda a Quilquihué. Para Laura era un “verdadero sacrificio” alejarse del colegio, donde asistía a la Misa diaria, al rezo del rosario con todas las alumnas y las hermanas, y con frecuencia se confesaba y recibía la sabia dirección del Padre Crestanello.

El santuario Laura Vicuña en Santiago de Chile